En los
días que corren es moneda corriente hablar de los derechos de la mujer. Todos
los partidos del sistema pregonan el mismo discurso: la mujer tiene derecho a
decidir que hacer con su cuerpo.
Esta
afirmación es de todo menos inocente. Se está fomentando descaradamente al
infanticidio, se esta induciendo al aborto. Sólo en una sociedad carente de
todo tipo de valores, desprovista de toda ética y moral se da lugar a semejante
barbarie.
El niño
destinado a nacer no tiene la culpa de que sus padres hayan cometido o no una
“torpeza”. Tiene derecho a la vida. Es necesario que los jóvenes sean
responsables de sus actos. No se trata de un simple “feto”. Se trata nada más
ni nada menos que de la vida de su futuro hijo. El consumismo desmesurado de
hoy nos está llevando a ser individuos cada vez más egoístas. Nos está
desvinculando de nuestros propios valores humanos, nos está convirtiendo en
seres sin escrúpulos, sin sentido común.
La
solución no está en el aborto, sino en educar a los adolescentes para prevenir
el embarazo a tan temprana edad. Es fundamental el apoyo de los padres para
evitar que sus hijos cometan una locura. Prioricemos la vida. La llegada de un
niño al mundo nunca es una tragedia. Es hora de tomar conciencia.
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