Con
Bashar al-Assad la mujer siria es libre, no esta obligada a usar velo, puede
estudiar, puede trabajar, puede votar, puede desarrollarse sin ningún tipo de
coerción por parte del Estado.
En cambio, los mercenarios fundamentalistas financiados y armados por el sionismo yanki quieren establecer una teocracia donde la mujer sea humillada, sometida, maltratada, flagelada, donde se le prohíba estudiar o conducir un automóvil, donde pueda ser golpeada impunemente por el hombre, donde pueda ser lapidada si es acusada de adulterio o incluso si es violada. Tal es el caso de Arabia Saudita, monarquía pro-sionista donde se perpetran todo tipo de abusos contra la mujer y ante lo cual ninguna ONG mundialista u organización feminista dice nada.
La agresión
contra el Estado laico de Siria pone al descubierto la arbitrariedad de
aquellos que paradójicamente dicen velar por la paz. Por más Premio Nobel que
haya ganado Barack Obama, los hechos son hechos. Y por lo visto, mucho distan
de la pretendida “paz”.
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